Dos museos de Brasil. Por Enrique Ayala Alonso

Entre 1936 y 1943, un equipo de jóvenes arquitectos encabezados por Lucio Costa (1902-1988), y orientado por Le Corbusier, realizó el Ministerio de Educación y Salud en la ciudad de Río de Janeiro, que señala el inicio de la admirable arquitectura brasileña moderna. Entre los miembros del equipo se encontraban Affonso Eduardo Reidy (1909-1964) y Oscar Niemeyer (1907), que destacarían como grandes exponentes del Movimiento Moderno en ese país.

Ambos arquitectos son autores de sendos museos de arte en Río de Janeiro, construidos con casi tres décadas de diferencia, aunque entre la realización de los  respectivos proyectos es aún mayor. De Reidy es el Museo de Arte Moderno (1954-1967) y el de Arte Contemporáneo de Niteroi (1991-1996) de Niemeyer, los cuales más allá de las obras que exhiben, son referencias obligadas de la arquitectura latinoamericana.

El Museo de Arte Moderno (MAM), localizado en el parque de Flamengo sobre terrenos ganados al mar, consta de tres cuerpos: auditorio, escuela de arte y la impresionante sala de exposiciones, cuyas características plásticas, espaciales y tecnológicas hacen de este museo una de las mayores obras de la arquitectura brasileña del siglo XX. La estructura del bloque de exposiciones está constituida por marcos de concreto armado aparente, dispuestos en paralelo a cada diez metros, cuyas columnas en forma de “V”, también dan soporte a la losa del primer piso, sin necesidad de apoyos intermedios. La losa del segundo nivel, a su vez, cuelga de las vigas superiores, para facilitar la flexibilidad de las salas de exposición. Los jardines son obra del arquitecto paisajista Roberto Burle Marx (1909-1994).

El MAM, fundado en 1948, funcionó en locales provisionales antes de establecerse en este edificio que, a causa de su muerte Reidy, no pudo ver concluido. En 1978 el museo sufrió un incendio que destruyó prácticamente toda su colección entre la que había obras de artistas de renombre: Picasso, Salvador Dalí, Max Ernest, René Magritte y Joaquín Torres García, entre otros. En la actualidad posee obras de artistas brasileños e internacionales de fama mundial.

Por su parte, el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), ubicado en la isla de Niteroi frente a la costa carioca, destaca por su sencillez y su belleza. El edificio consta de un solo volumen que se yergue como una flor —según palabras de Niemeyer— a la orilla del mar. El volumen está dividido en tres partes por dos macizos y amplio ventanal que lo circunda, desde el cual es apreciar desde distintos ángulos el imponente paisaje de la bahía de Guanabara.

El edificio, de planta circular de 50 m de diámetro, está soportado por un cilindro de nueve metros de diámetro, desplantada en medio de un espejo de agua. El acceso al museo se logra por rampas onduladas, que en su interior posee de dos pisos y un mezanine. Su acervo lo constituyen obras plásticas de artistas brasileños producidas entre 1950 y 1990.

Al exhibir gran parte de producción plástica brasileña del siglo XX, ambos museos no sólo se complementan sino que constituyen sendas obras maestras de dos de los mayores arquitectos del Movimiento Moderno en Latinoamérica.

Junio, 2009.

Urbanismo de mediados del siglo XX. Por Fernando Minaya

Durante la segunda modernidad en arquitectura  y urbanismo en México, de 1940 hasta 1970, se establecieron paradigmas urbanos que incentivaron el crecimiento de las ciudades a través de nuevos asentamientos humanos, infraestructura vial, equipamiento urbano y nuevas formas de planeación. El pensamiento y la producción teórica permeó a occidente con sus nuevos planteamientos; así lo denotaron los manifiestos del CIAM, la Carta de Atenas, el Team X, los cuales influenciaron a los procesos de planificación en toda Latinoamérica. México, por su parte, contribuyó a su propio proceso hacia la planificación urbana a través de grandes impulsores como Carlos Contreras, Alfonso Pallares, José Luis Cuevas, Domingo García Ramos, Mario Pani, dentro de un contexto donde el propio Estado, y el desarrollo industrial impactaron en las ciudades de permanente expansión y profundos cambios sociales.

El diseño, la planeación y el desarrollo de las ciudades es fundamental para comprender la actual cultura urbana. La conexión  entre lo social y lo económico ha provocado la consolidación de la metrópoli en las recientes décadas, aunque sus dinámicas no fueron exclusivas de México, en todo el mundo desde la posguerra, se expandieron las ciudades, y con ello surgieron nuevos planteamientos y formas de entenderlas, que en general buscaban mejorar las condiciones de vida. Las nuevas formas de habitar implicaron también tipologías arquitectónicas, tanto de la vivienda unifamiliar como la de los grandes conjuntos. El fenómeno de la conurbación comenzó en la segunda modernidad, impactando las escalas de las ciudades tradicionales, además sus centros históricos iniciaron un proceso de deterioro, abandono y alteración. A su vez, es pertinente enunciar el centralismo ejercido por el Estado Mexicano, con lo que se agudizó el desequilibrio regional del país; fue ahí donde se plantearon diferentes soluciones desde la perspectiva económica y geográfica de la planificación.

El factor preponderante, hacia mediados del siglo XX, fue el aumento de la tasa urbana, que repercutió hacia el interior de la República. Monterrey creció alrededor del 6% en promedio para la década de 1950. Otros casos fueron las ciudades fronterizas con un crecimiento urbano acelerado, que por su cercanía a los Estados Unidos, como Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez; finalmente, las ciudades de Hermosillo y Culiacán con impulso agrícola integraron la lista. Así el desarrollo urbano en el Sistema Nacional de Ciudades de 1950 contó con 84 ciudades, 17 con fuerte crecimiento; para 1960 fue de 124 ciudades, y al finalizar la década Guadalajara, Puebla, Toluca, Querétaro y Cuernavaca presentaron crecimientos urbanos concluyentes para el país[1]. Lo anterior se encuentra enmarcado por dos determinantes, el inicio del modelo de sustitución de importaciones hacia 1950, y por el agotamiento del “milagro mexicano” con la implantación del desarrollo compartido hacia 1970.

El periodo y los datos demográficos establecen dinámicas coyunturales de la evolución de la ciudad. Cabe destacar que la “ciudad moderna” forma parte de un periodo amplió; no obstante, la segunda modernidad da lecturas de planificación, tanto de continuidad como de ruptura de las urbes hacia el siglo XXI. Finalmente, el urbanismo del siglo XX configuró y estableció los esquemas contemporáneos de las vialidades  y estructura urbana; en ellos radica la vertiginosa y abrupta transformación de la ciudad en las últimas décadas.

Octubre, 2011.


[1] Datos estadísticos obtenidos en INEGI.

GUADALAJARA, PANAMERICANOS Y ESTADIO OMNILIFE, entre las vivas y las dudas. Por Alejandro Ochoa Vega

Guadalajara está de plácemes, el próximo viernes 14 de octubre inaugura los XVI Juegos Panamericanos para los cuales se han realizado diversas obras con la participación de múltiples instancias, públicas y privadas. 23 nuevos recintos y estadios para los deportes en competencia, como los complejos de tenis, gimnasia, ciclismo, beisbol, natación y clavados, voleibol, raquetbol, lucha grecorromana, básquet y tenis de mesa, además de la villa panamericana, conforman equipamientos que después de la contienda, quedaran en la ciudad para el beneficio de su población. Además, el flamante Estadio Omnilife, del equipo de futbol “Chivas”, inaugurado hace poco más de un año, será la sede tanto de la inauguración como de la clausura, y de los encuentros de futbol varonil y femenil. Así, parece que la mesa esta puesta para una justa memorable, en una ciudad que invierte para poner su nombre en el historial del deporte mundial, y deja para sí, instalaciones de vanguardia. No obstante, no todo es tan positivo, veamos algunos problemas.

El estadio de atletismo, se terminaría días antes de la inauguración de los juegos, las dificultades para la construcción de la Villa Panamericana fueron enormes, de una idea de ubicación en el centro de la ciudad, alrededor del Parque Morelos, un tanto descabellada y al final utópica, a donde finalmente se hizo, en Zapopan cerca del Estadio de las Chivas, y donde todavía hay problemas con el uso del suelo. Explotación política del evento por parte del gobernador, en sus pretensiones para ser candidato a la presidencia de la república, finalmente frustradas, y algunas dudas de la eficiencia en la operación de los juegos, por diferencias entre las distintas autoridades deportivas nacionales. En fin, ojalá los problemas técnicos y políticos, no empañen un esfuerzo gigante donde podemos salir bien librados, como país y ciudad organizadora, con nuestros deportistas que pueden crecer en su desarrollo y regalarnos un buen número de medallas, y con nuevos equipamientos deportivos y de recreación, para la Guadalajara de estas primeras décadas del siglo XXI.

Al final, una reflexión sobre Estadio Omnilife de las Chivas, el equipo de mis amores. La relación del dueño, Jorge Vergara,  del Club Deportivo Guadalajara con su afición, desde 2002 que llego, ha sido tormentosa en muchos sentidos, de amor y odio, sus cambios de humor y entrenadores a lo largo del tiempo, su actitud pretensiosa y empresarial respecto  a la marca “Chivas”, su exiguo logro de un campeonato en 9 años, contrastan con el desarrollo positivo de las fuerzas básicas, que ha permitido exportar a la Liga Premier de Inglaterra a Javier Hernández el “Chicharito”, y sobre todo por haber construido el nuevo estadio. Justo la revista Obras, recién nombró al Estadio de las Chivas, como la obra del año 2011, reconocimiento que coincidimos por ser una propuesta arquitectónica eficiente, flexible en usos, atractiva formal y espacialmente y con un impacto social innegable.

Faltan algunos aspectos por resolver, como una serie de obras viales para mejorar los desahogos y más rutas de transporte público, pero sin duda, este nuevo recinto para el espectáculo, concebido por los arquitectos franceses Jean-Marie Massaud y Daniel Pouzet, y materializado por los ingenieros españoles Luis Bozzo Estructuras y Proyectos, y los arquitectos mexicanos VFO, representa lo mejor de la arquitectura mexicana en la primera década del siglo XXI.

Octubre, 2011.

Los mercados públicos, una tradición en la vida cotidiana. Por Ma. Pamela Vicke Sánchez

Mercado: se deriva del vocablo mercante, en el lugar, donde los productos son expuestos para su venta o intercambio. La palabra mercado, se remite a la existencia desde hace siglos, de las formas de vida y útil de los “mercados tradicionales”, que han permitido el intercambio de los bienes y servicios, antes realizado por medio del trueque.  En un principio, el negocio de los productos comenzó en manos de una multitud de pequeños productores, que vendían o intercambiaban sus cosechas, animales, etc., instalándose a cualquier hora, en las esquinas de las calles o en las plazas de pueblos cercanos a sus moradas.

Pues cabe señalar que en los mercados se congregaban como en la época prehispánica, una enorme cantidad de mercancías tanto de origen nacional como importadas, productos agropecuarios y una amplia variedad de artículos para usos diversos y subsistieron algunos mercados y tianguis especializados en flores, frutas, verduras, forrajes, materiales para la construcción, carbón y para la venta de animales, proveniente de la caza y la pesca en el área lacustre. 
La proliferación de mercados cubiertos, significó un acceso más continuo y directo a los productos de primera necesidad; posteriormente, surgen los supermercados y tiendas de autoservicio y estaban ubicados generalmente, en las avenidas de mayor circulación y en las zonas periféricas de la ciudad.  El primer supermercado que se estableció en la ciudad fue SUMESA y después lo que conocemos actualmente: Superama, Aurrerá, Comercial Mexicana; Gigante, ahora Soriana y hoy en día Wal-Mart; Carrefour, ahora Chedrahui, SAM’S, COSTCO, por mencionar algunos.
Dado a la influencia comercial iniciada en los Estados Unidos en nuestro país, ellos dan los primeros pasos y nosotros lo asimilamos, porque tienen amplio estacionamiento, facilidades de pago, como la tarjeta Sí Vale, apoyo que brinda el Gobierno del DF a los adultos mayores, (aunque en algunos mercados ya lo están implementando), horarios de servicio accesible, laborando hasta días festivos, debido al crecimiento de estas cadenas de supermercados y a la falta de modernización, los mercados populares del Distrito Federal hoy en día,  enfrentan “una severa crisis”, encontrándose en un estado de abandono y decadencia.
Según datos de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), revelan que los supermercados cubren 52 por ciento de la demanda, mientras que los 317 mercados públicos cubren sólo 20 por ciento de la demanda de abasto de alimentos de los capitalinos. El diagnóstico que realizó la dependencia local, señala que los mercados públicos se sitúan en desventaja frente a las tiendas de autoservicio.
Ya que en octubre del año pasado, se inauguró la Bodega Aurrerá Exprés, localizada en Santa Cruz 77, en la colonia San Simón Ticomac. Dicho establecimiento mercantil se ubica a 30 pasos del mercado Portales, principal centro de abasto de la delegación Benito Juárez; y durante el primer día de operaciones de la tienda departamental, los locatarios bloquearon el acceso bajo la consigna de “que la empresa estadunidense Wal-Mart pretende acabar con los mercados populares”.
Por su parte, autoridades capitalinas reconocen el abandono y el riesgo que enfrentan los mercados públicos frente a las cadenas comerciales, por lo que reconstituyeron el Comité de Mercados Públicos, que no había sido instaurado desde hace 20 años.  El comité tendrá como objetivo proponer políticas de apoyo a los mercados públicos, a fin de que adopten un esquema de modernización que haga más eficiente la distribución de productos básicos.
El comercio es una actividad universal, que absorbe las características propias de su tiempo y del espacio en que se desarrolla, no obstante sigue siendo igual, como quien dice ha cambiado el ritual, la ceremonia es distinta, pero el arte sigue siendo el mismo: vender y comprar, comprar y vender, en beneficio para el que lo compra y para el que vende.  Por ello la importancia de la permanencia de los mercados públicos en la actualidad, radica en que las autoridades les aporten el presupuesto para el mantenimiento y mejoramiento de sus instalaciones, así como recuperar su identidad, para que no se pierda la tradición.
Julio, 2009.

Colegio Gerardo Molina de Giancarlo Mazzanti, Bogotá, Colombia. Por Karla Gutiérrez Arenas

Este colegio forma parte de un programa de construcción de escuelas públicas que se ha ido desarrollando en Colombia a lo largo de poco más de 10 años, a través de concursos públicos y en respuesta a la necesidad de espacios educativos de calidad en las zonas menos favorecidas del país, principalmente en ciudades como Medellín y Bogotá.

Ubicado en la localidad de Suba, al norte del Distrito Capital de Bogotá, este edificio enfrentó importantes retos en su planeación y en su concepción. El emplazamiento estaba inmerso en un sitio caracterizado por problemas de violencia, pobreza, desintegración y marginación de la sociedad, por mencionar algunos; a su vez el contexto estaba constituido por auto construcciones de viviendas y comercios, elaboradas en su mayoría por muros de tabique de barro, sin un planteamiento urbano definido.

La respuesta a este caótico panorama resulta en un proyecto igualmente intrincado que se puede entender mejor si primero se descompone en sus partes y después, estas partes, se vuelven a unir como una sucesión de posibilidades infinitas.

Las formas y los espacios que conforman este edificio se basan en un sistema de repetición de módulos que se pueden adaptar a las condiciones del terreno y del diseño. Existen tres módulos principales: en el primero se agrupan 3 aulas y se colocan en planta baja; en el segundo módulo se crean las salas de maestros y las aulas especiales (laboratorios, salas de arte, etc.) que ocuparán los segundos pisos. El tercer elemento son los cuerpos de remate, estos definen el acceso, los espacios comunes (biblioteca, comedor, oficinas) y la vinculación del edificio con la calle.

En este caso se plantearon 10 bloques de aulas en planta baja, con 8 de salas especiales en planta alta, acomodándose cada uno de forma irregular en el terreno, uniéndose por medio de piezas conectoras que definen el ángulo y la disposición de cada módulo, formando una serie de conexiones que rematan en sus extremos con dos bloques atípicos.

Intencionalmente se crean muchos remetimientos y esquinas en todo el proyecto haciendo que los bordes de la construcción nunca coincidan con el alineamiento. Esto genera jardines exteriores para que los mismos habitantes de la zona los aprovechen. El espacio, en este sentido busca formular un lenguaje dinámico e incluyente hacía el exterior. Existe un mensaje claro por parte del arquitecto: hacer partícipe a la comunidad de los eventos que ocurren en su interior.

Al interior, también se favorece la aparición de espacios vacíos entre las aulas, que se van abriendo y cerrando dependiendo de la disposición en planta, van creando sub-espacios y son considerados como lugares de encuentro, extensión de las aulas o lugares de recogimiento. Al ensamblarse todo el conjunto se percibe un intento por darle a cada recorrido una espacialidad y un remate distinto.

El volumen, en su totalidad, se erige como una estructura lúdica dentro de su entorno, conservando alturas pero proponiendo materiales contrastantes con el tradicional uso en la zona del tabique rojo: se hace uso del concreto para los muros de las aulas; una especie de membrana de madera, sobre una estructura metálica recubre toda la planta baja y crea una relación directa entre el interior y el exterior; los cuerpos de los segundos pisos están recubiertos por piedra laja negra con variantes en su tonalidad entre rojo, naranja y crema; los pisos se recubren con vinilos en rollo de varios colores que diferencian usos y servicios; vidrios de color que remarcan las zonas comunes y le dan una vida distinta a esos espacios;  adoquín en los patios.

Al diseñar este proyecto se pensaron en espacios individuales; su resolución adecuada y funcional; y la adaptación de estos modelos a distintas condiciones del terreno para, a partir de esto, crear un prototipo de futuras escuelas. En este punto habría que preguntarse acerca de las conveniencias de repetir un mismo modelo constructivo que, aunque funcionalmente adecuado y morfológicamente distinto, no propondría nada nuevo porque se encontraría repitiendo la misma fórmula o si realmente el arquitecto podría dar una nueva propuesta a partir de estos mismos esquemas y crear con esto la imagen de los nuevos colegios de Bogotá.

Confieso que en un primer acercamiento a este trabajo, me pareció una obra que bien podría haber sido concebida para un paraje europeo. Pensé que no iba a lograr encontrar una conexión que me llevara a pensar esta obra como una arquitectura colombiana, sin embargo al irme aproximando a ella, descubrí que este era un edificio que confiadamente busca proponer una nueva arquitectura mediante el uso de un lenguaje moderno y propositivo, en concordancia con su tiempo, reinventando la tradición y respondiendo a las necesidades de la población.

Las formas que se generan con esta propuesta se distinguen en su entorno de la misma manera que su contexto inmediato, de forma irregular y un tanto caótica. Pero como en todo caos hay un orden, es más claro descomponer el todo en sus partes y encontrar la fundamentación del proyecto con base a unos simples módulos, que al cambiar constantemente de dirección parecen querer significar también los cambios que la sociedad exige. El arquitecto muestra un compromiso social buscando siempre la integración y la superación; y utiliza a la arquitectura como móvil para este fin.

Septiembre, 2011

Peter Zumthor, Pritzker 2009. Por Fernando Minaya Hernández

El premio Pritzker del 2009 es para el suizo Peter Zumthor; nacido en la ciudad de Basilea en 1943. Su producción arquitectónica es menor en comparación de otras grandes personalidades del “star system” de la arquitectura mundial; en particular de los que ya han ganado este mismo premio. Cabe destacar que quizás no sea tan conocido, ya que su obra es ajena a los grandes complejos comerciales o edificios de impacto urbano y  ha mantenido una línea discreta. Sus contribuciones en el ámbito del diseño arquitectónico son  las que le hicieron merecedor del premio Pritzker, fundado en 1979 por la familia del mismo nombre del galardón, y propietaria de la cadena de hoteles Hyatt con sede en Chicago.

Uno de los beneficios de ganar el premio es recibir $100,000 dólares y una medalla de bronce. La entrega del galardón suele hacerse en diferentes ciudades cada año, Buenos Aires fue elegida en esta ocasión y la ceremonia se desarrolló el pasado 29 de mayo. Es importante destacar que Zumthor fue laureado por su obra en general, aunque se destacó una de las más representativas, el spa “Hotel Therme” en Vals, una pequeña villa alpina en su país natal, en el cual asume la interpretación de los baños clásicos pero con carácter contemporáneo.

En sus propias palabras, el arquitecto describe la labor que ha realizado: “ustedes pueden hacer su trabajo, hacer sus cosas, lo cual da reconocimiento”. Es conocido por usar materiales pétreos o madera, tal es el caso de la capilla de San Benedicto en Sunvitg, Suiza. Una de las ultimas obras terminadas, apenas en el 2007 es la capilla de San Nikolaus von der Flüe en Mechernich, Alemania; en la cual utilizó troncos de madera y hormigón recordando a una tienda de campaña.

La trascendencia de este premio, en específico del 2009, destaca por la elección de un diseñador, que trabaja con la profundidad  de los materiales y procesos constructivos de talla artesanal, y que discrepa en gran medida de otros ganadores del mismo premio, como Norman Foster (1999), Zaha Hadid (2004) o el propio Philip Johnson (1979). Zumthor recuerda el estilo y magnificencia de Luis Barragán, premio Pritzker en 1980, ambos con obras de capital privado de modestas inversiones y, con un sentido humano y estético dignos de llamarse escultores de edificios. Cabe decir que en la formación del arquitecto suizo destaca el haber sido  ebanista a temprana edad, y con estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Basilea.

El premio Pritzker como otros reconocimientos, no ha escapado a las críticas y señalamientos, pero en esta ocasión parecería haber un consenso generalizado sobre la elección de Zumthor en cuanto a su calidad en sus espacios.

Junio, 2009